marzo 7, 2021

Mateo 4.23-25; 9.35-36 Commentary

Y al ver la gran cantidad de gente que lo seguía, Jesús sintió mucha compasión, porque vio que era gente confundida, que no tenía quien la defendiera. ¡Parecían un rebaño de ovejas sin pastor!

Mateo 9.36, TLA

Trasfondo bíblico

El proyecto narrativo del evangelista Mateo se construyó a partir de los recuerdos sobre la vida y obra de Jesús que fueron montados sobre el esquema del cumplimiento de las profecías antiguas en Israel. La recuperación de la actuación y el mensaje de Jesús fue una prioridad para la iglesia que recibió el legado de sus discípulos directos que estaba preocupada por ser fiel a dicho mensaje en medio de las nuevas circunstancias y por transmitirlo de la mejor manera para cumplir la voluntad del Señor resucitado. El biblista chileno Pablo Richard resume muy bien este propósito: “En cada frase del Evangelio podemos encontrar siempre tres dimensiones: la memoria del Jesús histórico, el proyecto de Iglesia construido sobre esa memoria, y el desafío a la comunidad (de ayer y de hoy) de caminar según esta memoria y este proyecto”. A cada paso que da este evangelio muestra cómo Jesús cumplió las profecías y se encaminó hacia la consolidación de una nueva comunidad mesiánica, completamente comprometida con la esperanza que produjo la venida cercana del Reino de Dios. “Aquel día mesiánico que contemplaba el profeta en lontananza se ha hecho presente en la persona de Jesús” (Biblia del Pueblo de Dios).

El trabajo de Jesús al servicio de los necesitados/as

Con estos milagros (diez en total en los capítulos 8 y siguientes), una verdadera y definitiva “opción por los pobres”, Mateo preparó la declaración solemne que haría Jesús a los discípulos de Juan en 11.5:

Ahora los ciegos pueden ver
y los cojos caminan bien.
Los leprosos quedan sanos,
y los sordos ya pueden oír.
Los que estaban muertos
han vuelto a la vida,
y a los pobres se les anuncia
la buena noticia de salvación.

Los resúmenes que hace Mateo (4.23-25; 9.35-36) muestran la manera en que Jesús desarrolló un trabajo a ras de suelo, muy cercano a la gente más urgida de una respuesta para su necesidad ante el total abandono de que era objeto por parte de los poderes político y religioso. La alternativa que Jesús ofreció al pueblo se basaba completamente en una confianza total en la acción de Dios en el mundo: “El evangelista insiste en la importancia de la fe como condición necesaria para que se realicen los signos que manifiestan la llegada del reinado de Dios. La fe es precisamente el tema del diálogo que Jesús mantiene con los ciegos (9.28s), el ámbito donde se da el encuentro personal que sana y restablece a la persona”.

La presencia del reinado de Dios, sin embargo, fue y siguió siendo un gran signo de contradicción: mientras que la multitud de los pobres y sencillos se asombraba alborozada (33, cf. Isaías 29.19), los fariseos de siempre, ciegos de profesión, se confirman en su ceguera: “…expulsa demonios con el poder del jefe de los demonios” (34). El impacto de las acciones sanadoras y liberadoras de Jesús entre el pueblo fue demoledor para las estructuras de poder, pues como subraya el v. 33b: “¡Nunca se había visto algo así en Israel!”. Las acciones de poder-servicio que administró minaron cualquier otra posibilidad de situarse ante la realidad del momento y evidenciaron el grado de abandono de que eran objeto las personas más pobres. El factor que lo determinó todo fue la disposición (“misericordia”, esplajnísthe, “dolor en las vísceras”) mostrada por Jesús para responder a las necesidades que percibió de manera directa, la cual no tenía nada que ver con la actitud de los gobernantes y líderes religiosos. Estaba ante un pueblo abandonado, indefenso y sin esperanza (I Reyes 22.17: “Micaías contestó: Veo a todo el pueblo de Israel desparramado por las montañas. Andan como las ovejas que no tienen pastor. Dios dijo que no tienen quién los dirija”).

El pueblo pobre, abandonado por las clases altas

La compasión por los pobres y necesitados en Mateo 9.36 se transfiere a los espiritualmente no ilustrados (J.L. Mackenzie). Éste sería el escenario donde se desarrolla la siguiente sección: la del envío misionero de los Doce (9.37-10.1-8ss), colaboradores íntimos que aprenderían en compañía de Jesús el alcance de la misión, la manera de llevarla a cabo y la iniciativa de Dios que se anticipaba con el llamado. La práctica misericordiosa de Jesús y su forma de vida fueron lecciones magníficas para ellos, especialmente a la luz de las enormes dificultades que enfrentarían ya sin su presencia física. Las instrucciones recibidas para actuar en favor de los más necesitados alentarían su labor para reproducir en buena medida lo que el propio Jesús había hecho. En 10.7 colocó el Reino de Dios como centro del mensaje que debían llevar y en el versículo siguiente sus palabras son muy claras respecto del servicio que debían prestar mediante un orden que sigue casi al pie de la letra lo que Jesús había hecho. a) “Sanen también a los enfermos”. b) “Devuélvanles la vida a los muertos”. c) “Sanen a los leprosos”, y d) “libren de los demonios a la gente”.

Todo lo realizado será gratuito como una manifestación visible de la gracia de Dios que llegó para compensar la ausencia de “apoyos externos” por parte de alguna instancia religiosa o política: “¡No cobren nada por hacerlo, pues el poder que Dios les ha dado a ustedes tampoco les costó nada!” (10.8b). La posibilidad efectiva de obtener beneficios por parte de Dios era la única opción en un contexto de precariedad y profunda necesidad. La actitud y disposición para el servicio por parte de los discípulos debía ser absolutamente desinteresada.

Conclusión

Jesús preparó a sus seguidores/as para una misión integral de servicio y dignificación de las personas más necesitadas de su pueblo. Lo hizo mediante la práctica, el ejemplo y la enseñanza movido por una profunda misericordia y lo que transmitió fue una auténtica forma de vida consagrada a servir a los demás. El biblista francés Claude Tassin sintetizó muy bien la enseñanza del evangelista Mateo:

– La misión está motivada por la ternura de Jesús con respecto a la muchedumbre desorientada, “ovejas sin pastor” (9.36).

– Ante la envergadura del problema, “mies” en busca de numerosos obreros, Jesús toma, como primicias, a sus doce discípulos (9.37-10.1), a los que transfunde sus poderes de exorcista y de sanador.

– Los Doce, llamados aquí “apóstoles”, son nombrados (10.2-5) como los representantes del pueblo de Dios.

Sugerencias de lectura

  • Le Poittevin y Etienne Charpentier, El Evangelio según san Mateo. 8ª ed. Estella, Verbo Divino, 1987 (Cuadernos bíblicos, 2).
  • Pablo Richard, “Presentación”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 27, 1997, centrobiblicoquito.org/images/ribla/27.pdf, pp. 5-6.
  • Claude Tassin, Evangelio de Jesucristo según san Mateo. Estella, Verbo Divino, 2006 (Cuadernos bíblicos, 129).

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